0 ¡Vergüenza nacional, Estado policial!



La respuesta del gobierno a las protestas multitudinarias de estudiantes (pero no solo de estudiantes) es un brutal represión policial que pone de manifiesto el miedo del sistema pseudocrático a que este tipo de protestas se extiendan, cosa que pasará inevitablemente, puesto que el retroceso que está sufriendo Valencia en materia de derechos sociales es la punta del iceberg que prepara Rajoy para después de las elecciones andaluzas.
Pero no solamente los pseudoantidisturbios atentaron contra la sociedad española y el derecho incuestionable de reunión y manifestación. El jefe de la policía valenciana nos regala una perla:
"No es prudente revelarle al enemigo cuáles son mis fuerzas"
Esta es la respuesta que dio a los periodistas cuando estos le preguntaron por el número de agentes desplegados para cometer las atrocidades que cometieron en el nombre de la seguridad. Esta frase no hace más que confirmar el distanciamiento que se ha producido entre los ciudadanos y quienes supuestamente deben defenderlos. Es un indicio más que confirma que en España hay una pseudocracia, no una democracia, por mucho que nos lo repitan.
Estas imágenes recuerdan inevitablemente a la represión que sufrieron los indignados de Barcelona durante el desalojo de su campamento por estar ensuciando supuestamente las calles. Mismo miedo del sistema, misma represión, mismos resultados. Poco tiempo después de dicho desalojo, indignados de toda España salieron a protestar contra el mismo. La policía no volvió a intervenir, ya que había quedado en entredicho a escala internacional. Examinando dichos sucesos me atrevo a afirmar que la represión policial de Valencia no quedará así. El efecto que conseguirán las Fuerzas y Cuerpos de Represión del Estado será el contrario al deseado. Las manifestaciones se sucederán y se extenderán por toda España tal y como ya sucedió en el pasado. 
Las imágenes que cuelgo aquí son solo una pequeña muestra de lo ocurrido y de la magnitud del desastre. El ataque, ordenado desde arriba o provocado por agentes o manifestantes, es intolerable e injustificable. Además, la brutalidad con la que se llevó a cabo me hacen dudar de que el sistema pseudocrático comprenda el daño que la imagen represora que ofrece al mundo le hace. Da la impresión de que el mismo sistema se está suicidando, pero no morirá por sí mismo. Para restablecer la democracia en España, brillante por su ausencia desde 1936, todos debemos colaborar. A pesar de todo podemos sacar algo bueno de esta brutal represión, y es que cada vez hay más gente que se percata de la naturaleza del sistema represor pseudocrático, primer paso para su destrucción.

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